De vuelta en Portland, un viaje entre mares, microbios y recuerdos

29 de julio de 2025

Durante su sabático en Portland State University, gracias una beca Salvador de Madariaga, financiada por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Isabel Ferrera, una de nuestras investigadoras, ha tenido la oportunidad de regresar al lugar donde comenzó su carrera postdoctoral hace dos décadas. En esta entrada al blog, nos comparte su experiencia científica y personal: el trabajo con microbiología de fuentes hidrotermales, el reencuentro con viejos amigos, y una reflexión sobre los cambios en la ciudad y en el ambiente académico tras los recortes y la pandemia.

A finales del 2004 llegué a Portland, Oregón, con 26 años, recién terminada mi tesis doctoral. Dejaba atrás mi país, mi familia, mis amistades y todo lo que por entonces conocía, para enfrentarme a la incertidumbre y el desconocimiento propios de quien se lanza a lo desconocido. Aquí, en Portland State University, comencé mi carrera postdoctoral y, sin saberlo entonces, el camino profesional que me llevaría al presente, a convertirme en una investigadora consolidada en el ámbito de la ecología microbiana marina.

Este año he regresado, gracias a una beca Madariaga, para realizar una estancia de 4 meses en este mismo lugar que fue tan decisivo en mis inicios, tanto en lo profesional como en lo personal. Regresar con la experiencia acumulada y con nuevas ilusiones es un privilegio, y también una oportunidad para cerrar un círculo personal y académico.


En el campus de Portland State University, en pleno centro de Portland, Oregón.


Aquí, cuando las tareas que me llegan de España me lo permiten, me dedico a analizar datos metagenómicos de fuentes hidrotermales profundas, ambientes extremos del océano donde la vida microbiana sobrevive sin luz, alimentándose de compuestos químicos que emergen del interior de la Tierra. Estos microorganismos no solo revelan la asombrosa capacidad de adaptación de la vida, sino que también nos ayudan a comprender procesos clave del planeta y sus ciclos biogeoquímicos.

Una de las experiencias más emocionantes de mi carrera fue precisamente poder descender en el sumergible “Alvin” hasta estos ambientes extremos, y no una, sino dos veces! Estar allí abajo, viendo con mis propios ojos esas chimeneas y los ecosistemas que las rodean, me marcó para siempre. Es difícil describir la emoción de vivir algo así, es como viajar a otra dimensión de nuestro planeta.

Colaborar de nuevo con colegas en PSU, compartir ideas y métodos, y seguir aprendiendo está siendo muy enriquecedor. En lo personal, volver a Portland ha sido una experiencia intensa y emotiva. Es una ciudad abierta, liberal y única dentro del contexto estadounidense, con ese lema tan representativo: “Keep Portland Weird”. Aunque en estos años se ha globalizado y ha cambiado en muchos aspectos, sigue conservando su carácter singular, su espíritu creativo y su fuerte identidad local. Parte de mi personalidad se forjó aquí, y aquí me siento como en casa, me identifico con muchas aspectos de la forma de vivir de esta ciudad, y es que aquí me recuerdan que ser “weird” no es malo, más bien todo lo contrario.


El famoso cartel del lema de la ciudad, "Keep Portland Weird", en el centro de Portland, Oregón.



Aquí me he reencontrado con amigas y amigos que hice en aquella primera etapa, amistades que han resistido el paso del tiempo y la distancia, amistades de las buenas. Volver a compartir momentos con ellos ha sido una de las partes más especiales de esta experiencia. Además, la conexión con la naturaleza es maravillosa. La ciudad está llena de parques urbanos cuidados y accesibles, donde es fácil sentirse en calma. Y a muy poca distancia, el paisaje se transforma en bosques, montañas, ríos y cascadas, unos paisajes que cortan la respiración. Es difícil no enamorarse de este lugar.


Vistas del Monte Hood, en las afueras de Portland, Oregón.


Sin embargo, no todo es perfecto. El ambiente académico en Estados Unidos está enrarecido con el escenario de recortes en ciencia de la actual administración y las políticas migratorias, lo que genera malestar y mucha preocupación. Además, todavía se sienten los coletazos de la pandemia, tanto en las calles como en el campus, mucho más de lo que percibo en España. El teletrabajo ha transformado el centro de la ciudad, muchos negocios han cerrado y en general se ve menos gente por las calles y en el campus. La inflación es brutal y todo es carísimo, lo que añade más dificultades para vivir y trabajar aquí. En Portland, además, el movimiento “Black Lives Matter” tuvo un impacto muy fuerte, la ciudad desde entonces no es la misma.

Portland fue el punto de partida de mi carrera científica. Volver ahora, con una mirada más amplia, con menos miedos y con la misma fascinación por aprender, por conocer y por descubrir me recuerda que la ciencia, como la vida, es un viaje y que algunos lugares siempre quedan marcados en tu corazón.

Isabel Ferrera

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